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Especialista en Investigación de Mercado y Análisis de Tendencias
Desde 2007 es CEO fundadora de Trendsity
Es Presidenta de SAIMO (Sociedad Argentina de Investigadores de Marketing y Opinión)

 

Le dicen “la otra pandemia”, la de la salud mental: brusco cambio de vida, aislamiento, la amenaza constante del virus, el exceso de información y las mayores exigencias para balancear la vida del hogar y del trabajo, en muchos casos atravesadas por una conexión constante que no da descanso y agota. Pasados ya tantos meses, los síntomas se sienten en el cuerpo, la mente y las emociones. Insomnio, depresión, ansiedad, aumento de adicciones, están a la orden del día, particularmente en hogares con adultos mayores y adolescentes.

Una reciente investigación de la Fundación INECO evaluó los efectos cuarentena en la salud mental de la población: al comienzo de la cuarentena, un tercio de las personas mostraban señales como ansiedad y depresión. Con el paso del tiempo, el número se acentuó, con foco en la poca tolerancia a la incertidumbre. Según Global Web Index, casi la mitad de los generación Z, X y baby boomers dicen que su salud mental ha empeorado durante la crisis. Desde ya que hay matices y perfiles diferentes, la experta en felicidad Sonja Lyubomirsky, destacó que muchas personas están experimentando sensaciones de bienestar en esta cuarentena, porque están más cerca de sus hijos y sus parejas o bien porque son introvertidos. Ahora, tienen claro que no pueden decirlo porque saben que otros la están pasando muy mal.

¿Qué lugar tienen las marcas en todo esto? Es necesario poner foco en estrategias comunicacionales basadas en el contenido empático. ¿Qué implica? Un storytelling con una voz amable, que pueda sortear junto al consumidor todas estas vicisitudes y que permita construir una relación duradera. Es necesario extender una conversación hacia la problemática de la salud mental, quizás mostrándoles situaciones que los reflejen, ofrecer  consejos con la asesoría de profesionales, pero sobre todo, no hablarles exclusivamente como consumidores, sino como de forma accesible y personal, personas integrales. El tabú de la salud mental va quedando atrás: Ya hay celebrities que hablan abiertamente de sus luchas y campañas que normalizan esta parte vertebral de la salud.

Una gran oportunidad es comprender cómo se está reconfigurando el significado de “valor” en la mente de los consumidores y adaptarse a ellas. Este valor se está redefiniendo hacia: ¿qué importa económicamente, que importa físicamente y que importa emocionalmente? Ya sabemos que personas, marcas, instituciones que acompañan a los consumidores en momentos de crisis resolviendo sus necesidades de una manera auténtica son siempre más recordadas y ofrecen mayores oportunidades a futuro. ¿Cómo nos podemos adaptar a nuevos modelos mentales y sensaciones de los consumidores en pandemia? ¿Ajustar nuestros productos, identificar nuevas necesidades y ocasiones de compra? ¿Brindarles más seguridad?

 

 


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