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Empresas B define objetivos claros sobre el impacto ambiental y económico de la actividad. Cecilia Peluso, como presidenta de la entidad, dio algunas definiciones al respecto y explicó cómo trabaja desde Limpiolux para avanzar en este camino.

Cecilia Peluso es la CEO de Limpiolux, la empresa de facility services, y desde enero del año pasado es co-presidente del Consejo Empresario de Sistema B en la Argentina. Limpiolux, por su parte, también es una empresa B, lo que implica que se trata de una compañía con un propósito definido, con el objetivo de dejar una huella en la sociedad. Además, ser parte de este grupo de firmas implica modificar los estatutos y tomar decisiones teniendo en cuenta las variables ambientales y sociales. Por último, miden y gestionan su impacto y se comprometen a la mejora contínua.

En ese marco, Portal Humano dialogó con Peluso sobre ambos roles, cuáles son los desafíos que se encuentran en la actualidad en la Argentina, cómo se percibe el impacto de ser una empresa B, y de qué manera la pandemia cambió la perspectiva de las compañías en distintas industrias.

El dato: en Latinoamérica hay 880 Empresas B Certificadas hoy, de las cuales 245 son brasileras, 226 son chilenas y 170 son argentinas.

¿Cuál es el impacto económico que poseen las empresas B en la Argentina actualmente?

En la Argentina ya somos más de 170 empresas B. En la base de ese número hay startups, emprendimientos, y pequeños negocios que ya nacen con este ADN B, que implica brindar una solución a una problemática social y ambiental.

También hay PyMES, que hoy representan un 90% de la economía argentina y son un eslabón esencial en la cadena de abastecimiento y suministro de las grandes empresas, por lo que están llamadas a ser grandes protagonistas en la transformación hacia una nueva economía más sostenible.

En la punta de la pirámide hay grandes empresas como Aguas Danone, Nutricia Bagó (también del grupo Danone), Grupo Gire, Porta Hermanos, Rosario Bioenergy y Megatlon. También podría contarse en esta lista a Natura, que está certificada desde Brasil.

Hay diversidad de impactos económicos como de perfiles de empresas, pero lo más importante es que hay una meta común compartida, que es la de hacer de los negocios una fuerza que impulse el bien común.

¿Hay un mayor interés por convertirse en empresa B en el último tiempo? ¿La pandemia lo aceleró?

Sí, hay mayor interés y la pandemia fue un gran acelerador de conciencia. Las empresas, como otros actores sociales, empiezan a entender la urgencia planetaria de los desafíos sociales y ambientales que enfrentamos: inequidad, crisis climática, conflictos bélicos, etc. También nos trajo un mejor entendimiento de la interdependencia entre empresas, estado, sindicatos, universidades, consumidores.

No hay soluciones individuales o que puedan provenir de un único actor social. Debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo. En el caso de las organizaciones con fines de lucro, a través de nuestros productos, nuestras prácticas y nuestras utilidades, debemos aspirar a no generar impactos negativos y a beneficiar a todas las partes interesadas, con la mirada puesta en la responsabilidad presente y en las generaciones futuras.

¿En qué rubros se ve una mayor participación de empresas B? ¿Cómo trabajan para sumar a otros segmentos?

Trabajamos para incluir a todas las empresas interesadas en formar parte del movimiento y dispuestas a trabajar en este camino del triple impacto.

Hoy hay más de 5000 empresas B certificadas, de 150 industrias diferentes y operando en más de 80 países. También hay más de 150.000 empresas que utilizan la Evaluación de Impacto B como herramienta de gestión.

Y en este universo están representadas empresas multinacionales, pymes nacionales y micropymes.

Las Empresas B tienen tres características principales:

  • Definen un propósito, la huella que quieren dejar en la sociedad (el “para qué” existen).

  • Modifican los estatutos, de manera de proteger el propósito, comprometer a sus accionistas a resolver el problema que declaran y tomar decisiones teniendo en cuenta las variables ambientales y sociales.

  • Miden y gestionan su impacto (es el “cómo” lo hacen) y se comprometen a la mejora contínua a través de la Evaluación de Impacto B.

¿Qué mercado de la región y del resto del mundo se puede tomar como modelo a seguir a la hora de hablar de empresas de triple impacto? ¿Qué tan lejos se encuentra la Argentina de ese modelo?

Creo que mejor que tomar un modelo es tomar la inspiración de las empresas que están trabajando por y para el mundo. De eso hablamos siempre en Sistema B. No se trata de ser las mejores empresas del mundo, sino de ser las mejores empresas para el mundo.

Respecto al número de Empresas B Certificadas, la región de US/Canadá, donde empezó el movimiento, lleva certificadas 1934 Empresas B, mientras que hoy en Latinoamérica hay 881 Empresas B. Somos un movimiento joven en lo global, y también en la región y en el país.

La buena noticia es que estamos ganando en conciencia. La no tan buena noticia es que no ocurre a la velocidad que requiere porque los desafíos que estamos enfrentando, como la crisis climática, son urgentes.

No todas las empresas de triple impacto certifican B, pero lo fundamental es que esta mirada de una economía más regenerativa, equitativa e inclusiva empieza a tomar más relevancia.

Cómo avanza Limpiolux en este camino

Desde Limpiolux, ¿cuáles son los desafíos de convertir en empresa B a una firma familiar?

En todo proceso de mejora el objetivo es siempre ser una mejor empresa para la comunidad, para nuestros clientes y especialmente para nuestros colaboradores y colaboradoras.

El proceso de certificación se vivió como una oportunidad de desafiarnos. Decimos siempre que la certificación es como mirarse a un espejo. Ves las fortalezas para potenciarlas y observás también las debilidades para trabajar sobre ellas.

Tenemos experiencia con otras certificaciones como las normas ISO y siempre supimos que se trata de enfocar más en el proceso que en el resultado. Se trata de un camino de aprendizaje que te desafía, además, a tener conversaciones hacia dentro y fuera de la organización, a cuestionarte y transformarte.

Hoy, el gran desafío es que en toda nuestra cadena de valor se conozca la importancia de ser B y la contribución de nuestro propósito. En un contexto económico complejo y en una industria donde muchas veces se antepone el precio a la calidad, buscamos que la actividad de servicios de facility sea una industria valorada por las soluciones que aporta para que otras actividades económicas y productivas funcionen. Certificar B también es un reconocimiento a la actividad y las maravillosas personas que hacen nuestra empresa, y realizan un trabajo muy valioso en cada industria a lo largo y ancho de nuestro país.

¿Cómo se encuentra la demanda de los servicios de Limpiolux en el último tiempo? ¿Qué proyecciones tienen para lo que resta del 2022 y el 2023?

La demanda de servicios se sostiene y en nuestro caso la pandemia nos permitió posicionarnos como socios estratégicos de nuestros clientes a la hora de gestionar la nueva normalidad. Fuimos actividad esencial desde marzo de 2020 y nuestros servicios jamás se detuvieron. Estuvimos presentes en otros clientes esenciales y acompañamos cada reapertura. Vivenciamos dentro de nuestro propósito que nuestra principal actividad es llevar salud y bienestar, a través de nuestros servicios, para que los ambientes de trabajo sean productivos y seguros para las personas.

En lo que resta de 2022 y 2023 seguiremos apostando a la diversificación y crecimiento de nuestras soluciones de Facility. Hoy nuestra propuesta integra prestaciones de higiene, mantenimiento edilicio y obras, venta de insumos de limpieza y seguridad, confección y diseño de indumentaria corporativa, entre otros servicios.

Crecer está asociado a nuestro modelo de desarrollo de la fuerza laboral que tenemos como empresa B. Se trata de generar oportunidades de empleo e inclusión para personas con barreras al empleo, enfocando nuestros esfuerzos en su desarrollo personal y profesional para ampliar sus horizontes laborales y contribuir a generar comunidades más resilientes desde la propia fuerza de nuestra actividad.


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