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Sin dudas el papel de las grandes empresas es fundamental en la transición al nuevo modelo de producción y consumo que promueve la economía circular, pero las pymes lo son aún más.

Por Luis Lehmann*

La definición de una pyme varía según el país. En algunos países, por ejemplo, las empresas se clasifican de acuerdo con sus ventas anuales y su rubro (una pyme industrial puede tener una facturación que en otro sector económico la ubicaría entre las de mayor volumen). En otros lugares, el concepto de pyme se asocia a la cantidad de empleados: si tiene entre uno y diez, se habla de microempresa; entre once y cincuenta, de pyme. De todas maneras, dichas cifras pueden variar de acuerdo con la región.

Estas tienen la particularidad de ser las que más padecen las consecuencias del agotamiento de la economía lineal y, al mismo tiempo, las que pueden liderar la reactivación sostenible. En el mundo, cuantitativamente representan el 99% de las unidades de negocios, generan entre el 60 y el 70 % del empleo, y son responsables al menos del 50 % del producto interior bruto o PIB, según el Consejo Internacional para la Pequeña Empresa. Si bien podemos decir que ocupan el sector más grande, el que genera más empleo y más riqueza de todo el sistema productivo, también presentan desventajas.

Las pymes presentan más flexibilidad para superar los obstáculos que el resto de las empresas en el sistema de producción. Además, como ventajas competitivas, el sector tiene la posibilidad de entablar una relación mucho más cercana con los clientes; gracias a la mayor sencillez de su infraestructura, es más fácil cambiar de nicho de mercado (el espacio donde se encuentran los potenciales usuarios o consumidores de un servicio o producto); los puestos de trabajo son más amplios, menos estrictos, y los trabajadores están más abiertos al cambio, y el nivel de conocimiento específico es mayor, gracias a la cercanía de los integrantes con la empresa.

Asimismo, el pequeño empresario puede tomar decisiones estratégicas en un tiempo considerablemente menor, dado que los procesos de gestión no son tan complejos y, a la vez, presentan una visión menos estricta, más enfocada en las necesidades y demandas de los clientes (siempre cambiantes) que en sus propias raíces, lo cual da lugar a importantes modificaciones a nivel estructural: pueden adoptar las tecnologías y el personal necesario para encarar los desafíos que se presentan a cada paso.

En línea con las palabras de Daniel Calleja, director general de Medio Ambiente de la Comisión Europea hasta el 2020, durante un encuentro organizado por la Fundación Eurochile, «aquí no se habla solo de grandes empresas o de las áreas de mayor tecnología, sino que la circularidad beneficiará a todas las empresas». Las pymes van a aumentar su eficiencia y rentabilidad; si reciclan más, si reutilizan más, si diseñan mejor sus productos, reducirán sus gastos en energía y procesos, y tendrán más clientela, porque hay un interés creciente en los productos y servicios verdes.

Son muchas las voces que se alzan remarcando que las pequeñas empresas pueden valerse con más facilidad del beneficio de la innovación y de la creación de un círculo virtuoso. Europa está implantando una serie de programas para facilitar la inversión y financiamiento de proyectos innovadores en las pymes. «Yo creo que las grandes vencedoras de la economía circular pueden ser las medianas y pequeñas empresas, porque son las más flexibles, porque tienen oportunidades innovadoras, porque pueden desarrollar nuevas ideas», agregó Calleja.

En definitiva, todo tipo de empresas, independientemente de su tamaño, van a tener que adaptarse a una cada vez más creciente cantidad de exigencias normativas (nacionales e internacionales) y de mercado vinculadas, fundamentalmente, a la disminución de emisiones, al uso más eficiente de recursos, a la ampliación de la vida útil de los productos y a una mejor gestión de los residuos. Aquellas pymes que antes integren en su negocio un enfoque vinculado con la economía circular tendrán una ventaja comparativa; por el contrario, aquellas que no lo hagan estarán en desventaja.

Por otro lado, el enfoque de la economía circular ofrece numerosas oportunidades de negocio. Paulatinamente, estas serán aprovechadas por aquellas empresas capaces de anticiparse al mercado y ocupar posiciones de referencia en actividades tales como reparación y desmantelamiento de productos, reciclaje de materiales, tratamiento de las distintas categorías de residuos o generación de energía a partir de la basura, solo por mencionar algunas.

Con diferencias según los rubros, una parte importante del sector que ha sobrevivido a la pandemia se encontrará atravesando procesos de reconversión hacia nuevos modelos de desarrollo económico, como la economía circular. Y las empresas nuevas deberán nacer con la nueva visión si quieren progresar y perdurar.

Si bien no se puede negar que los duros confinamientos, que aumentaron la tensión entre salud y economía, aceleraron este triste desenlace, también es cierto que muchas pymes atravesaban situaciones dificultosas desde hacía años. En su mayoría, sus modelos de negocios estaban basados en la economía lineal de extracción ilimitada de materias primas, industrialización masiva de productos estandarizados, venta para el consumo excesivo y posterior descarte.

Hablamos de nuevos modelos de negocios que revolucionen del lado de la oferta, en términos de que las marcas puedan ofrecer productos de buena calidad a las personas a precios más bajos. Y, al mismo tiempo, del lado de la demanda aparece un consumidor joven que valora más la experiencia que la propiedad de los objetos y que no tiene el poder adquisitivo de generaciones anteriores.

Por todo lo expresado, las pymes representan dos caras de la misma moneda, la marca de la crisis y el cambio. Son las más afectadas y, al mismo tiempo, las que más rápidamente pueden insertarse en los novedosos circuitos económicos pensados en el contexto de esta nueva economía.

Sin lugar a dudas, la aceleración de los tiempos que vivimos nos llevará indefectiblemente a la aplicación de soluciones que impliquen un desarrollo competitivo y eficiente que genere beneficios económicos, pero también sociales, y que apueste por la innovación, a la vez que evite el cambio climático y promueva la generación de nuevos empleos de calidad.

*Autor del libro “Cómo hacer clic hacia una nueva economía. Una revolución circular con el ser humano en el centro”.


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