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Hace algunas semanas salí al súper algo apurado. La nueva normalidad en transición tiene horarios restringidos y a las 20hs ya está todo cerrado. A mitad de camino advertí que tenía el tapabocas (siempre me lo olvido), pero no tenía una bolsa para traer las cosas de vuelta a casa. Supuse que no importaría demasiado porque un queso y una leche los puedo llevar en la mano. Pero a medida que me acercaba al punto de venta recordaba que  casi no quedaba lavavajillas y un mensaje de mi novio sugería que comprase jabón para la ropa. Ahora sí se complicaron las cosas. “Bueno, buscaré una caja de la jaula”, esa cadena disponibiliza sus empaques secundarios para sus clientes pero claro, la jaula estaba vacía. Listo, tendré que volver mañana, porque no iba a adquirir otra eco-bolsa y sumar otro modelo a la infinita colección 2020 que tengo en casa.

Mientras arrastraba resignado el changuito por el pasillo central un exhibidor de una de las marcas líderes de Cuidado de la Ropa me trajo la primera solución: 500 ml de líquido para diluir en dos litros y medio de agua en casa. Adentro.

Algo más esperanzado seguí avanzando en el pasillo de limpieza y pude resolver la segunda misión: un sobre de 100 ml de detergente que se transforman en 300 ml agregando la diferencia en agua de la canilla. Y la misma marca nacional de una PyME local me sorprendió con algo similar para limpiar los pisos. No lo precisaba en ese momento, pero era un sobrecito que no ocupaba nada de lugar.

Los productos concentrados de limpieza son una realidad y llegaron para quedarse: eficiencias logísticas, ahorro en materiales primarios y secundarios y menor esfuerzo de transporte para el consumidor, entre otras ventajas. En este número vamos a conocer quiénes son, en qué categorías participan y cuáles son sus planes a futuro.

 


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