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Para empezar, voy a realizar dos preguntas: ¿Quiénes de Uds. quieren ser felices en la vida? ¿Quiénes de Uds son felices en su trabajo? Según un estudio de Gallup a nivel mundial solo el 15% de las personas, son felices en su trabajo, de acuerdo con un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud, 60% de la improductividad de los empleados se debe al mal manejo del estrés, lo cual esto ha convertido en un problema para las empresas por ser causa de accidentes de trabajo, solicitudes de incapacidad, ausentismo sobre todo el día lunes. Si consideramos que un tercio de nuestra vida la pasaremos trabajando no es casual que, 450 millones de personas en el mundo sufren un trastorno mental o de conducta (casi el 10% de la población mundial) y que alrededor de un millón de personas se suiciden por año.
Va la tercera pregunta ¿Quiénes de Uds. quisieran ser más felices en su trabajo? 30 años atrás era impensable que se hablara de felicidad como prioridad en la vida, y menos en el entorno de trabajo, en el que en ese tiempo si alguien llegaba a preguntar por la felicidad en el trabajo muy seguramente las respuestas hubieran sido “si quiere ser feliz, vaya a su casa, acá vino a trabajar” o “No traigas tus problemas personales al trabajo”. Hoy todavía quedan algunas secuelas de ese entonces, pero el entorno ha cambiado.
La felicidad y la creación de contextos de bienestar hoy es una prioridad para las personas y para las empresas, ya que las cifras y los indicadores muestran su necesidad urgente.
Este nuevo escenario nos invita a impulsar prácticas y actividades, disruptivas e innovadoras con visión holística, viendo a las personas de la organización como seres humanos tridimensionales, trabajando sobre las dimensiones físicas, cognitivas y emocionales. Esto supone construir un mecanismo de escucha permanente; ya no alcanza con las encuestas de clima que muchas organizaciones aplican con una frecuencia de 1 o 2 por año. Debemos asegurarnos de estar haciéndoles las preguntas correctas a las personas adecuadas, en el momento específico y actuar rápidamente en consecuencia.
El concepto de Employee Experience ya quedó corto ante esta nueva normalidad, se cayó el telón y quedaron al descubierto la nobleza y la miseria de las personas y las compañías, descubrimos que detrás de esa fachada corporativa solo había seres humanos reales e imperfectos. Nosotros los profesionales de RRHH deberemos desafiar todos nuestros procesos y dejar de lado prácticas jurásicas que ya no hacen sentido, de que sirve redactar descripciones de puesto que no condicen con los roles reales, diseñar organigramas que nadie respeta, tomar encuestas de clima que no reflejan los verdaderos puntos de dolor de nuestros equipos, deberemos dejar de hablar de plan de carrera para comenzar a hablar de proyectos de vida, dejar de “reclutar” para atraer al talento y dejar de “retenerlo” para potenciarlo.
Durante toda mi vida, fui corriendo una carrera laboral muy lineal, más títulos, cargos cada vez más altos, en compañías cada vez más grandes, hasta que llegué a ser Gerente Regional de la mayor compañía de Latinoamérica, a pesar de eso había una pregunta recurrente que siempre me hacía, ¿Es este realmente mi propósito? Como todas las grandes cosas, todo partió desde una pregunta, me planteaba la cantidad de cosas que hacía para lograr tener y SER… hoy mi propósito es llegar a SER para poder hacer lo que me apasiona y por consecuencia tener la paz y felicidad que todos buscamos. Solo cambié el orden de algunas palabras, estaba todo ahí, el error era buscar afuera, lo que solo se puede conseguir mirando hacia adentro. Hoy logré conectar al 100% con mi propósito, el de colaborar desde otro lado por un mundo laboral más humano y poder acompañar a líderes en el camino de resignificar el concepto del trabajo.
En palabras de Nelson Mandela “Lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de haber vivido. Son los cambios que hemos provocado en las vidas de los demás lo que determina el significado de la nuestra”